jueves, 15 de mayo de 2014

"El antes y el durante del después de la aventura" por Ángel Arroyo.



Cuando te proponen participar en una aventura como la carrera de los 101 km de Ronda, lo primero que posiblemente a cualquier persona le venga a la mente rápidamente sean dos cuestiones, la primera referida a la barbaridad de tal distancia y la segunda, si llega a surgirte, sería algo así como plantearse si uno mismo sería capaz de acabarla, entonces incluso podrías pensar  que por qué no, que tienes buena cabeza, que con paciencia… pues ahí es donde se genera el gran problema, pues llegada esta cuestión sabes que harás lo posible por apuntarte y, sobre todo, por terminarla.

Cuando conseguimos inscribirnos en la prueba todo era ilusión, conversaciones, risas… hasta que llegó la semana de la carrera. Días antes nos reunimos para preparar todo el material, ver qué podíamos necesitar, intentar adelantarnos a posibles problemas que pudiesen surgir…

Y llegó el fin de semana, y con él, el tan ansiado comienzo de la carrera. ¡Menudo calor hacía a las 11 esperando en la meta! Jamás habíamos visto tanta gente en una prueba de este tipo, y con un ambiente curioso ensalzado por las diferentes arengas de tipo patriótico hechas desde diferentes mandos de La Legión, a los que la gente respondía efusivamente, no sabemos si por verdadero sentimiento o por no romper el ambiente que con tanto cariño dicho cuerpo había preparado para todos nosotros.

Al final se escuchó el tan esperado pistoletazo, o mejor dicho “cohetazo”. ¡A correr se ha dicho! No sé lo que vivirían los miles de participantes, pero estos seis  “infieles” que aquí se retratan pueden asegurar que los vellos se ponen de punta cuando ves a tanta gente animarte a lo largo de las calles Ronda y durante todo el camino, con una ilusión que pareciese que a todos nos conociesen de toda la vida.

Los primeros kilómetros fueron buenos, corriendo en su mayoría, impulsados por tanta gente como había en el grupo, que unía desde la cabeza a la cola de la carrera a lo largo de varios kilómetros. Los problemas empezaron a surgir aproximadamente a los 20 o 30 km, cuando surgieron las primeras rozaduras, pero bueno, eso me servirá para poder finalizar con la conclusión que horas después saqué.  Hay que reconocer lo mal que se corre con estas queridas enemigas, pero también debemos ver lo que nos unen al resto de compañeros de la prueba, tanto conocidos como no. De verdad, gracias por vuestras cremas, mallas, calentadores que me ofrecisteis… sé que si hubieseis podido me habríais llevado a cuestas.
Seguimos el recorrido atravesando pistas no demasiado atractivas y pueblos como Arriate. Ya mediada la prueba llegamos a Setenil de las Bodegas, ¡qué bonito pueblo! Y lo que nos pudimos reír con una anécdota de un poni que corría mucho y se quemó o algo así, ya ni me acuerdo… ¡Ah! Y las risas por nuestras propias lesiones, porque también es bueno saber reírnos de nosotros mismos, como decía Alfredo Landa "El sentido del humor consiste en saber reírse de las propias desgracias."
Es duro ver que has mediado la prueba, y que todavía te pueden faltar perfectamente otras doce horitas después de llevar nueve y ver que el cuerpo no es ni por asomo lo que en un principio era. Y encima en el grupo en general empiezan los dolores de rodilla, humor no tan agradable como al principio…(hay que ser sinceros).
Alrededor de los sesenta y algo kilómetros el grupo se separó un poco para volver a juntarnos en el 75 para cenar en el cuartel. ¡Menudo panorama había en aquel momento! Voy a intentar describir todo sin dejar detalle. Un compañero se encontraba con el estómago revuelto, ampollas y mala cara; otro en el fisioterapeuta porque creo que comió tanto por el camino que no sólo los kilómetros le dejaron los músculos tocados; el tercero con rozaduras y en nuestra amiga la podóloga, pues una cuesta le había reventado literalmente la planta de los pies; el cuarto con la rodilla y los pies tocados; el quinto notablemente cansado y algo incomodándole en los pies; y yo, con una mezcla de dolores y sensaciones pero centrado en mi hamburguesa y temiendo que los siguientes 25 km darían como para 5 o 6 horas de recorrido, y por supuesto temiendo no ser capaz de acabar.
Ese último tramo fue mortal, gracias querido bastón por sostenerme más de una vez cuando el suelo me llamaba, y gracias compañeros por esperarme una y mil veces cuando la oscuridad se apoderaba de mí al ver vuestros frontales alejarse.

También creo que todos en esta experiencia hemos aprendido que hay dolores que se meriendan a otros dolores, en serio, cuando las ampollas aparecieron, muchos de nosotros pudimos decir adiós a las rozaduras, pues la presencia de las últimas enmascaraban a las primeras.
Fueron pasando las horas hasta que llegó el amanecer y vimos cómo nos acercábamos hasta nuestra tan perseguida meta, Ronda y su Tajo. Menuda silueta llevábamos, había quien andaba como Chiquito de la Calzada, otro parecía Robocop, también los había al estilo Playmobil sin poder articular las rodillas, y no sé cuantos personajes más, porque nos reímos de nosotros mismos todo lo que pudimos y más.
Al final, y después de tantas risas, sufrimiento, charlas…¡lo conseguimos! ¡Cruzamos la meta! ¡Reto conseguido! Y unas camisetas y sabrosos dulces esperándonos para recuperar, nuestras caras eran un poema debido a la mezcla de sentimientos, en el que claramente predominaba la satisfacción de un gran logro conseguido, y una palabra que no podré dejar de pronunciar mientras recuerde este día, gracias, a mis compañeros, a la organización, al que tuvo la idea…
Para despedirme (y siento haberme extendido tanto, pero puedo asegurar que resumir 101 km y 21 horas de carrera en un par de folios es tarea bastante complicada) quiero terminar con un par de conclusiones que saqué de esta carrera. Una es la fragilidad del cuerpo humano, es increíblemente sencillo lesionarse y hacerse daño, por lo que hay que equiparse en condiciones y tratar de prever el mayor número de inconvenientes posibles; la otra es, frente a esta fragilidad, la gran fortaleza de la mente humana, capaz de llevarnos a límites insospechados y hacernos luchar por cumplir un sueño, haga frío, llueva, truene, nieve o granice.

Escrito por Equipo 101



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