Encuentro con la historia
Un día de invierno en la escuela. Los alumnos leen a sus compañeros el texto libre que han realizado durante el fin de semana.
Aina nos sorprende a todos con una historia verídica que le ha contado su abuelo sobre la Virgen de Nuria en los primeros días de la guerra civil. Parece una novela de aventuras con mapa del tesoro incluido.
La cosa no termina aquí. Curiosos e inquietos por naturaleza indagamos. El abuelo Manuel nos relata la historia de su descubrimiento, la del exilio de la talla de la Virgen de Nuria de los Pirineos a Suiza.
Con una copia de “mapa del tesoro” decidimos ir al encuentro del lugar donde fue escondida en el camino de Sallagosa (Francia) a Núria (Cataluña).
Pusimos como fecha el último día de escuela, el 22 de junio de 2012. Desgraciadamente ese día no pudo ser ya que yo no me encontraba en Cataluña debido al accidente de Stephane Brosse con mi hijo en el macizo del Montblanc.
Como los padres no querían ir sin mí, pospusimos la fecha al lunes 2 de julio de 2012. Perfecto. Carlos podría participar en esta aventura.
Son las siete y medio de la mañana cuando nos encontramos 18 personas de tres generaciones: abuelos, padres y niños para buscar nuestro tesoro. Después de un largo recorrido en coche por carretera y pista forestal aparcamos los coches a 2000 metros en el Prat de la Creu, en el valle de LLo (Cerdaña francesa). Cada uno equipado con su mochilla iniciamos la subida al Collado de Sagalera para encontrarnos y seguir el camino que desde siempre ha unido Cataluña con Francia en la Cerdaña.
El camino a unos 2.300 metros de altura va bordeando la carena que baja del Pico del Segre entre rododendros en flor, prados verdes y riachuelos. Como buena maestra aprovecho para que se fijen en el regaliz de montaña, cuya raíz es comestible. También encontramos marmoteras y un esqueleto de caballo. Vemos pasar a los rebecos ágiles por las rocas y praderías. Y así poco a poco nos acercamos al lugar. Leemos nuevamente el escrito que escribió el capellán del santuario de Nuria cuando decidió esconder la talla.
“Siguiendo el camino de Sallagosa a Finestrelles, en la cuenca antes de las fuentes del Segre. Encima del camino, cuando ya quieres dejar la cuenca, hay un pequeño pino que tiene a su lado un tronco hermano y seco. Situados en este pino seguid el dibujo. 30 pasos arriba encontrareis una roca derecha. En dirección izquierda andando 12 pasos encontrareis una mata de rododendro. “
De este escrito hacía más de 70 años. ¿Encontraríamos el pino? ¿Y la roca? Parecía un poco improbable pero allí estábamos dispuestos a buscar.
Desde un pequeño collado avistamos las dos cuencas, la de las fuentes del río Segre más lejana y la objeto de nuestro deseo. Visualizamos desde lejos dónde habríamos de buscar y hacia allí nos dirigimos.
No tardó Aina en gritar: “30 pasos la roca puntiaguda”. En efecto encima del camino cuando ya salíamos de la cuenca había un arbolito (un pino negro retorcido) desde el cual a 30 pasos exactos había una roca en forma de triángulo, solitaria. El corazón nos latía con fuerza. Giramos a la izquierda, doce pasos y estábamos en una tartera de rocas de esquisto, con oquedades. El lugar perfecto para una noche de julio de 1941 esconder sin tener ninguna herramienta una talla de una Virgen. Habíamos encontrado el lugar. Allí dejamos nuestra “caja del tesoro” dónde cada uno de nosotros escribió en una piedra un “deseo”.
Después continuamos hasta la fuente del río Segre, dónde Noé, de cuatro años aprovecho para poner en el agua a sus dos pececitos de colores.
Seguimos ascendiendo hasta el Collado de Finestrelles para ver, 500 metros por debajo nuestro en el otro vertiente, el Santuario de Nuria y imaginarnos esa ruta de un monje una noche de julio de hace más de 70 años con una talla escondida en su mochila.
Como mis alumnos son muy andarines, la mayoría quisieron subir hasta el pico de Finestrelles, a 2.828 metres de altura. Para luego bajar por els Collets hasta el refugio de la Culassa, donde disfrutamos de una merecida comida.
Fue una excursión muy emotiva porque recuperamos un trozo de historia que se había perdido con el paso del tiempo y en la que disfrutamos muchísimo todos los que fuimos.
Seguimos ascendiendo hasta el Collado de Finestrelles para ver, 500 metros por debajo nuestro en el otro vertiente, el Santuario de Nuria y imaginarnos esa ruta de un monje una noche de julio de hace más de 70 años con una talla escondida en su mochila.
Como mis alumnos son muy andarines, la mayoría quisieron subir hasta el pico de Finestrelles, a 2.828 metres de altura. Para luego bajar por els Collets hasta el refugio de la Culassa, donde disfrutamos de una merecida comida.
Fue una excursión muy emotiva porque recuperamos un trozo de historia que se había perdido con el paso del tiempo y en la que disfrutamos muchísimo todos los que fuimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario