viernes, 20 de enero de 2012

Ultra Trail GR10 Xtrem. «la llamada de lo salvaje…»


... estamos obsesionados con el material que utilizamos en montaña, creo que ni salomon, ni sportiva, ni asics ,ni ninguna marca es capaz ( a no ser que seas Kilian ) de hacer toda la ropa a tu medida,… fiel ejemplo de esto y me llena de admiración es mi amigo Miguel Mudarra, en la reciente ultra xtreme GR10, finalizó 2, creyendo todo el mundo que iba en pijama,…. Impresionante , ¡sí! , ni medias compresoras, ni materiales de última generación, simplemente con lo que se sentía más cómodo, un pantalón largo Kalenji, un camiseta larga con una buena transpiración ( pequeñas aperturas en la camiseta del uso,jejejj ), ni gps, con una gorra tipo “cortijera”,… pero claro, Miguel será un desconocido de cara a la gente, pero para nosotros, amigos y compañeros de montaña no nos sorprende, el es distinto…. yo que he podido disfrutar con el de alguna aventura que otra, he visto lo especial que es,.. ama el monte, se siente libre en este espacio, siempre le oído decir que no le importaría vivir en mitad de una sierra rodeado de arroyos, bichos,… disfruto llamándolo por teléfono y que me cuente sus últimas salidas al monte, que grande!! Este año va a ser su año, se lo merece, esperemos que se encuentre en la salida de la Ultra Trail du Mont Blanc 2012 en sus mejores condiciones,.. hoy os voy a dejar con una foto mía, de mi infancia, en la que el material hace ya unos años (20 más o menos) no era importante,… esas zapatillas J´Hayber, pantalón de colorines, chándal técnico ( jejeje ) Por último, os dejo con la crónica de Miguel en la GR10 xtreme…


Ultra Trail GR10 Xtrem. «la llamada de lo salvaje…»

Cuatro de la mañana, un frío húmedo e intenso azota el pueblo costero de Puçol. La noche está cerrada pero ya hay trescientos corredores dispuestos a cruzar la provincia valenciana. 93 kms y 3800 metros de desnivel positivo para pasar de la Costa Blanca a los fríos páramos de Teruel. En la línea de salida hay atletas de gran nivel: los campeones valencianos Boix y Robres (25 horas en el UTMB), Nerea Martínez (la mejor corredora española de Ultra Trails), los catalanes Joel Jaile y Giné (Maratón de Sables, Transalpine), el afamado leonés Salvador Calvo (el mejor corredor del mundo en Ultras extremos) y el vasco Aitor Leal (la gran revelación nacional de esta temporada).

~ Km. 0. Puzol. Salimos raudos hacia el Parque Natural de Serra Calderona. El trazado inicial es muy técnico, con pasos de escalada y tramos equipados con cadenas. Yo me integro en un grupo cabecero de unos 12 corredores, que van tras Aitor, que ya marcha escapado. Para mí, la aventura es completa: la carrera este año no está balizada (hay que seguir las precarias marcas del sendero GR), no llevo GPS, ni compañeros de apoyo, no conozco el recorrido, y para colmo, ni miré el nombre del pueblo donde se ubica la meta. Mi idea esta vez, es la pura aventura, correr sin más, vivir el momento y dejarme sorprender…nada más. Las primeras tres horas son realmente mágicas, a lo accidentado de la orografía, se unen, la bella panorámica nocturna de los cientos de miles de lucecitas anaranjadas esparcidas por el golfo de Valencia, y la curiosa serpiente luminosa formada por la luz blanca de nuestros frontales y la luz roja de la bombilla trasera obligatoria. En estos inicios, se corre y trepa muy rápido, y me cuesta seguir al pelotón de cabeza. Yo pensaba que el ritmo iba a ser mucho más suave pero Salvador, Simó y Boix se alternan para que éste no decaiga.

~ Km. 12. Peñas Guaita. Una barranquera equipada con cadenas en la que me atasco; un molesto dolor de mandíbula, fruto del estrés laboral no me deja pensar con claridad, y pierdo al grupo, me quedo solo, en la noche profunda, entre colosales piedras redondeadas donde no me resulta fácil escoger la línea de trepada adecuada. Superado el escollo, consigo reincorporarme al pelotón, pero no hay mucho tiempo para relajarse, pues Salvador y Simó se escapan y, tras un primer momento de titubeo, decido salir en su busca. Las duras rampas de subida me hacen pensar si este sobreesfuerzo no lo pagaré más adelante. Al fin contacto con ellos y formamos un trío «no-valenciano» (catalán, leonés y andaluz) que, con la ausencia de balizas y sin GPS (a Salvador no le funciona), establecerá la tónica general de esta carrera: la duda, la incertidumbre y la pérdida repetida y constante del camino a seguir. Así pues, frustrados por nuestra tercera salida del itinerario, nos vemos alcanzados por el grupo perseguidor, y dejamos que Boix (el corredor valenciano) nos guíe por la buena senda.

~ Km. 30. Pico del Águila. Amanece y con las primeras luces, Salvador Calvo vuelve a animarse y el pelotón se estira y se estira.

~ Km. 45. Gàtova. Los kilómetros pasan y el grupo va perdiendo unidades. El paisaje se suaviza y mi dolor de cabeza también. Vuelvo la vista atrás y ya sólo somos tres: Salvador Calvo, Juan M Cuenca (exciclista profesional del Kelme) y servidor. Nos salimos constantemente del recorrido y nuestra única obsesión es encontrar esa pinturilla roji-blanca que nos confirme que aún seguimos en carrera.

~ Km. 60. Montmayor. La forma de correr de Salvador no conviene a mi musculatura (él acelera en las subidas fuertes y afloja en las pendientes suaves) así que, en una zona ondulada, decido atacarle y me marcho en solitario. Es entonces cuando descubro la clave para triunfar en esta carrera laberíntica, preñada de cruces y desvíos, donde no hay balizas, ni GPS, ni reconocimiento previo que valga, y donde la intuición montañera de poco sirve. Decido correr con la máxima concentración, no tan pendiente de las marcas roji-blancas, sino de todas y cada una de las intersecciones que surgen a mi paso, donde me detengo completamente, analizo las posibilidades, y cuando doy con la dirección adecuada, parto raudo con la certeza de que voy por el buen camino. Quizás así se pierdan algunos segundos en cada cruce, pero se gana en confianza y sosiego.

~ Km. 75. Sacanyet. La decisión es totalmente acertada pues por fin consigo conectar con mi ritmo de crucero. Voy bien hidratado y alimentado, y aunque las piernas ya están bastante condolidas (¿quién ya no las lleva así?) me siento eufórico y con muchas ganas de avanzar. El paisaje se vuelve montano, aparecen los matorrales almohadillados y las sabinas albares espigadas tan típicas del Macizo turolés del Javalambre. Un Milano Real hace un amago de caza y una Ardilla Roja se pone a correr a mi par.

~ Km. 93. La Pobleta de Andilla. Llego a línea de meta, dolorido pero feliz. Me sorprendo por mi 2º puesto absoluto, tras el gran Aitor Leal, y por mi buen crono: 9h11m (los dos batimos el récord de la prueba que estaba en 9h29m.) Aitor me felicita por mi gran carrera sin GPS y sin ayuda externa, y encima soy la comidilla en meta: «un tipo raro ese alcalaíno, que quedó segundo corriendo en pijama y comiendo dátiles…»

Pero yo sólo pienso en una cosa; en un Ultra Trail se condensa la esencia de lo que para mí es un corredor por montaña: el correr pausado te procura libertad, y la montaña, belleza y aventura… y como dice el poeta: «la libertad y la belleza son demasiado buenas para dejarlas pasar…»

Miguel Mudarra.




... que nunca falte una montaña en nuestros sueños...

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