viernes, 15 de mayo de 2020

Paco Acedo "La vanidad con ellos no tiene cabida"


El denominado "Hombre de hielo" es un gran aventurero cordobés con el que compartí una charla en la universidad de Córdoba. Alguna de las conversaciones que tuve con él me dejaron sorprendido de la capacidad de adaptación que ha tenido en cada una de su expediciones y de cómo ha llegado a ser parte de más de una tribu. Consiguió dar la "VUELTA AL MUNDO SUBMARINA", vivió con los últimos esquimales del norte de Groenlandia, ganó el "Born To Be Discovery",... Sin más os dejo con Paco...

¿Quién es Paco Acedo?

Paco es en un 50% un tipo normal, tranquilo, con sus inquietudes, miedos, aficiones…y en el otro 50% un buscador, nervioso, con ansias de conocer, vivir, experimentar y exprimir cada segundo. Hay pocas cosas que captan mi atención, pero las que las captan me atrapan y son las que me hacen sentir vivo.

¿Qué significa para ti la familia?

La familia es el pilar donde me sustento. Pese a que soy muy independiente, no soy capaz de alejarme demasiado tiempo de mi familia. Son mi campamento base y a cada viaje llevo sus fotografías para que me aten bien los pies al suelo y sea consciente del precio que uno puede pagar si comete demasiadas temeridades.

¿Con qué sueñas?

Con encontrar la calma, el equilibrio entre una vida intensa de aventuras y una paz interior que suelo echar en falta. Con seguir viajando pero sin necesidad de seguir buscando o buscándome, pues detrás de cada viaje hay una búsqueda personal en mi caso. Quizás se trate simplemente de entender que la vida es una búsqueda constante. 

¿Correr o saltar?

Me temo que yo soy de correr. Mi familia me dice que voy siempre como el conejo de Alicia en el País de las Maravillas. Corriendo de un sitio para otro. Yo no me doy cuenta hasta que miro hacia atrás y veo que me he perdido cosas, he estado, pero me las he perdido. Saltar implica subir para bajar aún más rápido, así que ni correr ni saltar, mejor bucear…

¿Atardecer o amanecer?

Ambos me parecen momentos mágicos, sagrados, de hecho odio cuando la gente aplaude al atardecer, me parece que rompen un momento en el que la naturaleza debe tener todo el protagonismo, pero si tengo que escoger...amanecer, sin duda. El frescor de la mañana y la llegada de un nuevo día frente al océano… 

¿Cuál ha sido la aventura que viviste con más intensidad?

Qué difícil. Dejando a un lado la arriesgada aventura de “buscar el amor”, recuerdo la aventura de sumergirme y bucear por primera vez, la de mi primer encuentro con delfines salvajes en Islas Galápagos, la aventura de llegar a la Antártida, la de plantarme sin nada preparado en el remoto norte de Groenlandia y pensar, “bueno, ahora qué”. No sabría concretarte pero sin duda la aventura de explorar en solitario regiones polares me ha hecho, en muchas ocasiones, gritar de alegría, y eso es algo muy emocionante.

¿Qué país del mundo te ha sorprendido más?¿y por qué ?

Pues la India, por ejemplo, me decepcionó mucho. Me había montado una imagen mental de un país super místico y espiritual, pero la realidad era muy distinta, debido a la miseria de gran parte de su población. Papúa Nueva Guinea me sorprendió también, por la sensación de inseguridad y peligro constante. Estamos quizás muy acostumbrados a la sensación de falsa seguridad.

¿Qué es lo mejor de convivir con una tribu?

Que todo es real, auténtico, vuelves a toparte frente a frente con tu pasado, tu esencia, tus orígenes. En estos sitios experimentas un viaje en el tiempo, como una sanación mental de todo el veneno que nuestra sociedad nos mete.  Aterrizas de golpe y dejas de considerarte importante por un tiempo. La vanidad con ellos no tiene cabida. Puedes ser el cantante más famoso de la historia que poco les importa eso a ellos. No todas las tribus se comportan de la misma manera, pero depende de cómo te acojan allí eres uno más del grupo, en cierta manera.

¿Cuál es tu montaña favorita?

Pues yo soy más de ir hacia abajo que hacia arriba, no he hecho mucha montaña. Me llaman más la atención los fondos marinos, océanos helados y sin helar. Pero si un volcán entrase en la definición de montaña, diría el volcán Yasur en la isla de Tanna, Vanuatu.

¿Dónde te ves en un futuro?

Me encantaría formar una familia y marcharme a vivir al Pacífico, pero sólo si pudiese arrastrar a mis padres, hermanos…, y como eso es complicado, me veo no muy lejos de Córdoba/España. Creo que los viajes de ida y vuelta me hacen estar equilibrado. Ya probé las largas temporadas fuera y me cuesta. La vida no es todo viajar y aventuras. Hay cosas muy simples que me gustan mucho.

¿Te consideras un buscador de cimas?

Antes sí, ahora NO. Antes el “ser el primero en”,  “ser el más”, etc, tenían un peso en mis decisiones y expediciones. Anduve unos años moviéndome en el mundillo de los deportistas, patrocinadores, medios de comunicación, redes sociales y tal, y me gustó tan poco lo que vi que ahora paso bastante. Tras la pose de ese mundillo hay muchas envidias, buscadores de medallas, vidas desequilibradas  e inestables y gente que te mira con lupa esperando a encontrar algún motivo para criticar. “Haters” les llaman ahora creo.

Ahora voy por mi propio sendero, pesando en llevarme la experiencia conmigo y poco más. Si detrás surge algo, un patrocinador, una colaboración en televisión, sacar un libro, etc, genial, pero no volveré a moverme por compromisos con patrocinadores o similares para emprender alguna aventura. Pierde todo el sentido para mí.

¿Qué es para ti “búscame en la cima”?

Es un proyecto necesario.  Cualquier persona con dos dedos de frente entiende que lo realmente importante son las personas y el planeta que habitamos. Es nuestra responsabilidad cuidar ambas cosas. Todas las demás historias mentales que nos montemos en nuestra cabeza sobran. Eso sí, juguemos como niños todo lo que podamos jugar, mientras estemos aquí.

Algo que quieras decir y no me hayas dicho...

Recuerdo algo que nos decía un maestro en el instituto y es que “ninguno de nosotros hemos aprobado ningún examen para tener la vida que tenemos, ni otros han suspendido para sufrir lo que sufren”. Estar aquí supone que, por azar, les “hemos quitado el puesto” a otras personas. Por eso es nuestra responsabilidad no desperdiciar este regalo. Tenemos que exprimirlo al máximo. 

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